martes, junio 27, 2006

Se terminó el sueño.


Cerca del minuto 60 en el partido con mayor trascendencia para la historia del fútbol ecuatoriano, una polémica decisión del réferee belga, permitió que el modelito inglés David Beckham (de tiro libre obviamente) ponga la única anotación de un triste partido.

Mi intención no es justificar la derrota por la decisión del juez central, ni tampoco repudiar la actitud de aquellos que dicen ser equipos grandes, cuando en realidad con tan buenos actores (Gerard, Lampard, Joe Cole, Rooney) lo mezquino de su fútbol me deja pensar que muchas veces lo que cuenta es ganar y no jugar.

El propósito final de esta nota es tratar de entender el por qué no llegamos más lejos en la copa del mundo Alemania 2006. Primero vale analizar que el equipo ecuatoriano tácticamente cumplió, técnicamente conocemos las limitaciones de la “Tri”, pero se me hace inconcebible explicar una especie de miedo o “respeto” que el sistema y los jugadores le brindaron a una Inglaterra, que mostró muy poca actitud para postularse como candidato a campeón.

Sería no objetivo sostener que solo el miedo y el respeto nos llevaron al fracaso, también pensemos que enfrente estuvo el país que invento el rey de los deportes y que sus jugadores compiten y son parte de la élite de fútbol mundial.

Quiero citar el ejemplo de un gran periodista como, Enrique Macaya Marquez, quien asegura que “en el fútbol hay lógica (por ejemplo si el Real Madrid y el Quevedo juegan 100 partidos el Madrid seguramente ganara 95), pero que en un solo cotejo puede pasar cualquier cosa”. Entonces seguramente Ecuador pudo salir a ganar, no a especular con el partido y el marcador.

Pero por qué me refiero así de un equipo que clasificó históricamente a octavos de un mundial? Ya que entramos a la cancha con el conformismo de haber cumplido, cuando en realidad el premio grande hubiese sido dar la sorpresa.

Con esto no quiero desmeritar lo hecho, fue un paso muy grande y de que forma, pero me siento en la obligación de tener un ojo crítico ante todas las situaciones, en la victoria o en la derrota, y más aun en la segunda, para así mejorar las tareas que se han hecho mal.